Sabías Qué...?

La pólvora es, sin duda, la más antigua de las materias explosivas.


Es una materia casi ideal, basada en productos abundantes, baratos, de baja toxicidad y ambientalmente seguros. Su composición se basa en tres elementos: salitre, carbón de leña y azufre. Probablemente la descripción más apropiada de las funciones de los tres elementos es la dada por John Bate en “The Misteries of Nature and Art”, publicado en el siglo XVII en Londres: “El salitre es el alma, el azufre la vida y el carbón su cuerpo”. El salitre es su componente principal, conocido actualmente como Nitrato de Potasio. Por sus propiedades aporta a la pólvora el oxígeno necesario para la combustión. El azufre facilita la combustión de la pólvora. De color amarillo, es un elemento sólido y cristalino. Tiene en la conformación de la pólvora dos funciones: la de proporcionar la capacidad de arder y un efecto de revestimiento de los demás componentes, dando como resultado una fórmula eficiente y de suave reacción. El carbón es el tercer componente y el de más profunda influencia en las propiedades de la pólvora terminada. La selección del carbón correcto es fundamental. La madera de aliso fue muy utilizada en las primeras épocas pero rápidamente se impuso la de sauce principalmente en la elaboración de pólvora para armas largas y para voladuras. La pólvora se encuentra presente en diferentes partes de un producto pirotécnico: en la mecha, en la carga de propulsión y en la mezcla de productos químicos que producirán el efecto de cada pieza.